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viernes, 18 de febrero de 2011

AZUL. EL COLOR DEL CIELO

Siempre me han gustado los cuentos..., pero no soy una cuentista, que quede claro.
Hoy os voy a ofrecer un cuento popular de Liberia, en el que se relata como se descubrió el secreto del color azul, es muy bonito, aunque un poco triste,  lo he sacado del MANUAL DE TINTES de Ana Roquero y Carmen Córdoba.
"Hace mucho tiempo, cuando Dios dejó la Tierra para irse a vivir al cielo, éste quedó muy cerca del suelo y con sólo estirar el brazo se podía arrancar un pedazo de azul. Esto era un inconveniente, pues tenían que andar con mucho cuidado de no golpear el manto celeste en sus actividades cotidianas, lo que hubiera  molestado muchísimo a los espíritus de los muertos; sin embargo, cuando estaban tristes se podían comer un trozo de cielo y esto les confortaba el corazón.
Una mañana, la joven Asi se dirigió a la orilla del río; llevaba a su hija atada a la espalda en una "lappa" de paño blanco. Llegó hasta el pequeño altar dedicado al espíritu del río y se dispuso a encender el fuego sagrado para cocer arroz y ofrecerlo al espíritu. Recolectó ramas para encender el fuego y con hojas de las plantas cercanas preparó un mullido colchón sobre el que extendió la "lappa" y depositó a la niña dormida.
Era un día expléndido de luz y Asi contempló despacio el azul del cielo y del agua en las pozas del río. Miró la "lappa" tan blanca y le pareció triste y sin vida. Sin querer, pensó cuánto le gustaría comer tal cantidad de cielo que su piel y su pelo se volvieran azules. Inmediatamente se arrepintió de haber tenido un pensamiento tan egoísta, pues sabía que a los dioses sólo podían pedírseles cosas que beneficiaran a todo el poblado. Pero ya no tenía remedio. Se ocupó del fuego, puso el agua y el arroz y para tranquilizarse decidió comer un trozo de cielo.
Enseguida le invadió una gran dulzura. Se sintió raíz bajo la tierra absorbiendo por todos lo poros la humedad del río; después, su espíritu voló a las alturas y penetró en el "pájaro veda", el que tiene el plumaje de un azul tan intenso que hace daño a los ojos. Por segunda vez, no pudo controlar su deseo de poseer ese color. Estaba tan borracha de cielo que sin darse cuenta se quedó dormida.
La despertó un fuerte olor a quemado. Era  el arrroz que se había pegado en la olla sagrada.!Había dejado estropear la ofrenda a los espíritus¡ Cuando volvió la cabeza vio que su hija había rodado fuera de la "lappa" y yacía en el suelo boca abajo. En el centro del paño blanco, algo le llamó la atención; había una gran mancha azul justo donde la niña se había hecho pis. Corrió a levantarla. Estaba muerta. Era el terrible y desproporcionado castigo a su egoísmo.
En su desesperación frotó con las cenizas del fuego sagrado su pelo y su cara, y su desconsuelo le hizo verter ríos de lágrimas que se mezclaban con las cenizas y caían sobre la "lappa" en el que había vuelto a arropar el cuerpo de su hija. Tanto lloró que acabó desmayándose, pero en su inconsciencia oyó la voz del espíritu  del agua que le hablaba. Le explicó lo que era la mancha azul: "las hojas que has arrancado son las de la planta del índigo. Para que su color surja y permanezca  es necesario mojarlas con orines, sal y ceniza; como ves, todo lo ocurrido era necesario, incluso la sal de tus lágrimas y la ceniza de tu duelo. Ahora es tu deber sagrado transmitir este conocimiento, pero solamente a aquellas mujeres que, por su edad, ya no pueden tener hijos".
Asi volvió al poblado, y tal como le había ordenado el espíritu instruyó a las ancianas en el arte de teñir los tejidos de azul.

Es un cuento muy bonito. Es revelador y un ejemplo de cómo todos los descubrimientos que la Humanidad ha ido realizando (de la índole que sea), han tenido un gérmen de casualidad, de observación, de experimentación, etc.
Teñir con tintes de origen natural es muy laborioso, pero es algo así como hacer magia, toda una experiencia.

Las dos fotografías que os enseño son , una de un fular tejido en telar de bajo lizo (el blanco), y otro tejido con agujas de punto .

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